Ellos si saben

Qué bien se ha de sentir ser jugar a ser Dios. Juzgar, señalar con tu dedito, sacar conclusiones de lo que uno es, de lo que uno no hace, de lo que uno siente y de lo que se merecen. Qué bonito es abrir la boca para soltar veneno, escupirlo en la cara de los demás, ver como se retuercen. Así me haces sentir tú.

Por ello, por lo que hay alrededor, adentro, afuera, a los lados, por todo, por lo que fuimos, lo que somos y todo lo que va a ser, ya no te quiero en mi vida, ha llegado la hora de limpiar, pero de verdad, no como esas veces en las que solamente quitas lo de encima para que se vea como que uno hizo algo, esta vez habrá que llegar a la raíz, arrancarla y que se seque. Ya no quiero nada y ahora lo digo en serio, no como las otras veces que te decía que no, mientras pensaba que sí.

Definitivamente, no le puedes esperar nada de alguien que no te quiere dar nada, es triste, pero es como darle pan al que tiene sed. No es justo ni para ti, ni para mí, ellos lo sabían, me lo advirtieron, pero yo como siempre, necia como un buen tauro, me hice de oídos sordos y ojos ciegos.

Por desgracia, he llegado a mi punto de ebullición, a ese donde lo que queda se convierte en humo, no puedo estar con gente que no me trae ningún beneficio, por mi salud mental y un corazón feliz, solo diré: gracias por todo, yo sé que después nos vamos a topar otra vez, esta vida da muchas vueltas y la gente viene y se va a diario.

Adiós, te voy a extrañar mucho.