jueves, 6 de octubre de 2011

Un cigarrito para el alma

Sigo sin entender, sin sentir, sin mirar, en un aparador donde a veces vivo, con el amor fuera de temporada y en oferta, tazas de ‎​café rápidas y ese despertador que siempre me molesta a las 7 de la mañana.

El corazón confundido y la vida sin sentido deberían de ser mis características principales, a veces con tanto sentido y otras veces como un reloj, que siempre avanza pero siempre terminan en los mismos números, solo da vuelta, solo escucha el tic tac.

Ya necesitaba escribir, algunas veces quiero evitar mis letras pero no se puede esconder lo que viene en ellas.

Últimamente como me ha gustado tener un cigarro en mis labios y otras veces otras bocas, pero estás terminan sabiendo a traición por lo que regreso a mis vicios y de nueva cuenta, a mis letras que no riman y que hablan de otra cosa que no seas tú.

Hace falta un amante que caliente el camastro, unas mentiras para el corazón y algunas palabras dulces para engañarme un rato y volver a ser esa dulcinea de cantinas. Pero no es mi culpa, a mí me enseñaron a esperar al príncipe en la torre.

Nuevamente, el desfile de amantes de cuarta y hasta de quinta regresa y se reciclan. Deberían de ser biodegradables, no volver, tener alas y volar lejos.

Este día me venció el mundo, a mí y a mis múltiples personales, ando de paranoica pensando que nadie es lo que parece, ni yo.

No queda de otra más que lavar platos mientras escucho a Chabela Vargas, mientras cometo de nuevo los errores que me prometí no volver a hacer, caigo en mis propias trampas, pero, ¿Cómo resistirme a esos ojos?

Me caes mal, pero bailemos un rato, al menos en lo que acaba la canción.