viernes, 18 de junio de 2010

Cuida'o que muerdo

Vicente es mi perro chihuahueño, igual que su dueña: chiquito, ojo, alegre y altanero. Hoy le trajeron una novia, para cumplir la única finalidad sexual aprobada por el Vaticano sin ser pecado: la reproducción.

Hay tienen al pobre Vicentito oliéndole sus partes blandas a su novia, y como buen varón, nomás ven cola y se emocionan, mí pequeño quería penetrar a esa hembra, pero cada vez que la trataba de montar, la perra echaba mordida.

Después de ver el milagro de la creación y asquearme por mis principios de zoofilia, mejor me vine a hacer pendeja un rato en la laptop y fue cuando pensé: “Yo soy como esa perra”, el porqué de mi bella analogía, es porque nada más veo que se acerca un macho y los uso con fines de apareamiento o tiro mordida, gruño o nomás no suelto el rabo, o simplemente espero en lo que el macho acaba para hacer la retirada.

Ese escudito nació desde Dios sabe cuándo, tal vez sea la hora de bajar un poco las armas pero no la guardia, a lo mejor eso me evite el morir sola y rodeada de gatos y periódicos viejos, o siga con la teoría de que los hombres nomás son para diversión y esparcimiento, habrá que hacer la prueba, igual y chicle y pega, sino a volver a los viejos hábitos del periodista bohemio y ególatra, que nunca anda en sus 5 sentidos, pero qué bonito se la pasa…

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