A una damita se le trata como tal

Maldigo, fumó, como puras grasas y cosas que tuvieron alma alguna vez, me gustan los vicios, pasar horas en internet, coquetear, hacer pleitos, soy caprichosa, duermo tarde y odio levantarme temprano, soy muy cabrona de vez en cuando y en algún momento de mi vida llegué a hacer más idioteces de las que te imaginas. También he jugado muchas veces muchos juegos de mala manera.

Hablo sola cuando camino por la calle, me gusta tomar sotol hasta ver a muchos adefesios guapos, comer en la calle y sin saber de dónde sacaron lo que engullo (peores cosas me he metido a la boca) no puedo dejar de comprar de esos chicles de bolita que venden por todos lados y estoy obsesionada con la ortografía. Pero déjeme le digo algo y que le quede muy claro: a mí se me trata bien y bonito.

No lo digo con un látigo en la mano, ni con una sonrisa arrogante, solamente se lo aconsejo si me quiere a su lado. Tómelo de la manera de la que se debe de tomar: como algo que se lee por internet una exhortación o un instructivo, más no como una orden. Si le hace caso o no, ya no es problema mío.

Veo a mis amigas, a mi lindo gatito de alfombra que le manda mensajes a su narco que la ignora y se pierde a una reina por andar con sus lacayas. A mi otra nena que no deja de rogarle a ese pendejo que me cae en las gónadas, a mi niña orca que aún cree en los cambios y promesas que le hacen desde hace años. No sé lo que quiero pero definitivamente eso no. Porque aquí no se ruega ni se castiga, simplemente se aprende y se comenten errores pero no se vive de ellos ni con ellos, porque eso amarga la vida y yo la quiero dulce como un caramelo, aunque dure un ratito y se acabe pronto, quiero quedarme con un buen sabor, lo necesito.

Hay algo que me llama mucho la atención de usted. No sé que es así que ni me pregunte porque le diré mentiras. No le voy a contar de lo que no conozco, porque eso sería andar inventando dioses para explicar la vida; como le hacían los antiguos. Yo quiero que me venere sin altares ni sin vírgenes, simplemente como una mujer que no se le va a tratar como una esclava, ni como un trapo que se tira porque de eso ya tuve bastante.

Así que usted sabe cómo se toma estas líneas, estas palabras que de seguro va a leer de manera anónima, o como lo haga no me importa. Lo que quiero es que sepa lo que le digo sin explicar nada. Ya si no quiere ni a mí ni a mis recomendaciones, pues como le había comentado antes, no es problema mío.

Déjese querer, no sea rejego y dejese de panchos