jueves, 21 de octubre de 2010

Delincuente y bribona, pero con clase

Está noche he decidido ir a dormir como lo que soy, como lo que somos todas: como una reina. Sabiendo que tarde o temprano las mentiras salen, al igual que las verdades a medias. Pero estoy tranquila porque siento que actué bien, que hice mi parte. Pero como en un bote, no se puede remar de un solo lado porque solo se dan vueltas hasta el mareo, hasta cansarse.

Mi corazoncito está hecho un desastre. Después de haber sido vomitado, licuado, humillado y amado tanto a lo largo de años; comienza a aprender a “filtrar” y ser como una ramera cara, se puede ver pero no tocar, que no suelta prenda fácilmente y si te lo quieres llevar a casa, no te va a salir en 3 pesos. Ya comienza a diferenciar entre la gente que vale la pena y la que no. Reconoce como alejarse del fuego antes de que queme, antes de que deje marcas. Ya no quiero más cicatrices, ni recuerdos, ni nuevas comedias. Quiero estar sin dramas, sin todo lo que eres y con menos de lo que quería.

Es muy bonito querer, pero es mejor quererse, porque nada bueno se ruega ni sé regala. Ver qué pasaba contigo, fue como sentarme a esperar a que lloviera: inútil e innecesario. Te alejas ahora que me doy cuenta que realmente nunca estuviste, raro pero cierto.

Algunas veces las historias terminan antes de comenzar, otras veces eres correspondido pero con todo en tu contra, hasta tus pensamientos. Honestamente creo que hice lo mejor al pedir silencio ante sus halagos mi querido lisonjero. No sé con quién estés y la verdad me tiene sin cuidado. Lo que me importa es que no eres mío, eso me puede, no tus compañías ni las mías. Sino que no estás.

Extrañamente me siento muy bien, me siento feliz de no haber dado lo que no recibí, ni ir al encuentro de lo que quiero nada más yo. Estoy aprendiendo a desprenderme de las cosas y de las personas cuando es necesario, cuando están a punto de hacerte creer cosas que no existen, de que veas sus espejismos y comes de sus realidades, de sus manos.

He aprendido mucho y te lo agradezco, a ti y a los que estuvieron atrás, aunque unos fueron unos verdaderos hijos de la chingada, me llevaron aquí, a este bello momento. Por otro lado el fin de semana viene y como dice mi querido Nacho: “A otra cosa mariposa”.

Ya limpie mi cuarto, creo que hare lo mismo en todos los aspectos de mi vida, y esperar a que llegue lo bonito, hay que hacerle espacio. No hay que pecar de ignorancia, ni pecar de bondad. Ni todo el amor, ni todo el dinero.

Viernes, ¿Por qué tardaste tanto?

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