Los hijos de la virgen

Danzando de manera unísona, vienen llegando los matachines al Santuario de Guadalupe. Curiosos miran sus movimientos, los tránsitos les abren el paso para no detener su son, las personas en los puestos guardan silencio y solo los ven llegar, uno que otro curioso les toma fotos o video, todos parecen hipnotizados con los pasos, con el rojo de sus trajes, con sus mantos de lentejuelas, los cuales muestras cruces, vírgenes, devoción ancestral.

Atrás de ellos, viene una troca, con una pequeña niña, con un manto guadalupano, y con su Juan Diego que no puede faltar, haciéndole reverencia, de rodillas, con su manto blanco y las flores para la virgen.

Platicando un poco más con ellos, tuve la oportunidad de entrevistar a Ramiro Requejo, quién es el líder de la danza guadalupana del grupo de La Villa, los que tienen rindiendo tributo a la virgen con sus pasos desde 1975, cuando sus abuelos venían de Casas Grandes, huyendo de personas que se los querían llevar a trabajar a Texas, los llamaban los “Indios güeros”, llegaron con lo que tenían puesto a la ciudad de Chihuahua, y desde aquí, decidieron seguir con sus tradiciones, con su tributo a la morenita.

“Comenzamos a ensayar desde noviembre, para convocar a la gente, salimos con la tambora, danzando, y la gente se acerca sola, ya los que se quieren unir a la tradición, comienzan a ir a los ensayos, y traen su material para los trajes, mi mamá se encarga de la confección, se tarda aproximadamente 1 mes por traje”, comentó Ramiro.

En cuanto a las pisadas que hacen, Ramiro dijo que son un tipo de oración, hacen cruces con los pies; más sin embargo tienen varios sones, como “El son del huarache”, “El son del Borracho”, “El son de la estrella”, entre otros. Cada uno tiene sus pasos y cada uno su significado. “Lo hacemos con un gran respeto porque es para nuestra patrona, le debemos mucho porque nos cuida desde el cielo”, añadió el matachín, de manera melancólica.

Un día antes del cumpleaños de la virgen, hacen un aproximado de 11 danzas durante el día, a la una de la mañana se reúnen en la Basílica, para cantarle sus mañanitas. Después van al santuario de la casa del abuelo de Ramiro, donde se reúne la familia entera los cuales son aproximadamente 100 personas, todos danzantes, todos siguiendo sus tradiciones ancestrales, en un altar que dura todo el año.