viernes, 31 de diciembre de 2010

El recuento de los daños


Se acaba el 2010, el 2011 empieza a meter su piecito en nuestras vidas, mientras uno siempre espera lo mejor para el año que viene y piensa que el pasado “tuvo sus momentos”. Como somos ingratos.

Otro año llegó, orgullosamente puedo presumir que salí viva. Ahora 363 días más para tachar en el nuevo calendario. Las excusas para comer se acaban, y los regalitos también, a volver a la vida adulta con trabajo, estrés, citas sin sentido y mucha cafeína. No quiero ver alguna puta báscula o lloraré.

El año pasado, fue uno de los que puedo presumir muchas cosas con orgullo y otras de las que no tanto, pero a final de cuentas de eso está hecha la vida. No todo puede ser ni muy amargo ni muy dulce, sino una buena mezcla, como una buena mujer.

Desde ahora decido que este será mi año, será un pastel que me voy a devorar y no quedarán ni sus migajas, espero leer esto a final del mismo y decir: “Si pude”.

Realmente no recuerdo algo trascendente que me pasara en el año (más que terminar la universidad), pero fuera de eso, fue algo parecido a los años anteriores. Sin ti, sin algunos amigos menos, con nuevas personas en la vida, y recordando a los que se fueron.

De nuevo ese año con lunas viejas y olor a especies que no se va, ni regresa. Estúpidas hormonas, me hacen más mala, tú también me haces ser así, mala. Es como, esas veces qué quieres que el amor se acerque a todos, menos a él, al fin y al cabo por acá tampoco llega.

Yo por el momento, ya desperdicié casi 2 días de mi vida, revolcándome en mis lagañas, sin bañar y en pijama, ya mañana será otro día, hace rato que no tenía un fin de semana libre y lo voy a malgastar.

Es hora de desprenderse de muchas cosas, de lo que retengo por compromiso, de lo que guardo porque no quiero dejar y de lo que me quita espacio. No me siento triste, ni enojada, estoy cansada de mucha gente, situaciones y recuerdos que simplemente decidí tirar.

Bye bye birdie

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