jueves, 9 de diciembre de 2010

Poniendo la carne en el asador


Fíjate que cuando se de ti, me pongo feliz y medio caliente, pero después se me olvida, creo que estas demasiado presente y eso no es bueno. Pero de lejitos, ni los saludos. Sé que no te voy a tener, y que yo no voy a ser tuya, perdemos el tiempo, es casi como ver caer a la lluvia.

¿Sabes qué no me gusta de ti? Que me puedes tener y no lo haces, y lo que no me gusta de mí, es que puedo no tenerte y no quiero. Por fortuna, mi corazón de teflón hace que cambie de amores una vez al mes, algo así como la menstruación, se va todo al caño antes de dar la vuelta al calendario, casi como si tuviera una foto de algún wei “especial” por mes. Ese amor de dulce me durará un plazo mínimo de 3 semanas, y no más de 2 meses, y créanme que soy más precisa que Baldor en esas cosas.

Estos días han sido de estrés, café y frio. Mis necesidades emocionales han sido llenadas con mi celular, galletas de chocolate y medias con estampados. Terminaré muy comunicada gorda y con piernas listas para toda puta ocasión.

Ando un poco molesta y con ganas de patear indigentes que me encuentre en la calle, últimamente me he topado con cada imbécil, que me hacen considerar la prostitución como un nuevo estilo de vida, así como la homosexualidad, o tal vez ambas, empresaria de mi propio cuerpo, al cliente lo que pida.

En fin, esta etapita caca al rato se me pasa. La mujer hace que todo sea un problema, un bello y maravilloso problema. Hasta lo más innecesario de repente se nos vuelve tan básico, pero que voy a decir ante eso, ya ni sé que estoy haciendo últimamente…

Estoy siendo traicionada por los sonidos y por las promesas, creo que debería de dormir temprano, me he estado desvelando tanto todos estos días, que mis ojos me la están rayando y se resisten a continuar su noble y bella labor.

Otra cosa más pendejo, te quiero para mí, sin repartir la carne de mi presa y sin dar explicaciones. No te quiero para amarte ni para ser la primera o la ultima, quiero ser la de en medio. Esa que no se olvida y se niega, la envidia y el reproche de las mujeres venideras a tu existir.

Lo malo es que pierdo tan rápido el interés. Realmente necesito ser más estable emocionalmente hablando, lo más maduro de mi parte será pedirle eso a Santa Claus.

Jo-jo-jo


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