lunes, 6 de diciembre de 2010

La quieren amarrar y no se deja


Que rápido se hizo diciembre, en un abrir y cerrar de ojos, piernas y boca estamos en el último mes del año. Me siento estática, como si no hubiera hecho nada productivo, pero hasta la universidad termine, entre otras cosas. En serio que no puedo estar conforme con lo que tengo. Quiero todo y quiero más.

El fin de semana fue bueno, con tragos de sotol, una mujer que vendía chicles, el amor otoñal, una madrota con 8 mujeres dispuestas a hacer “lo que sea”, y cantinas de mala muerte, con conjuntos baratos y rameras casi tan feas como gordas. Mucho folklor.

Ya mero cumple años el buen Demian. Odio ver que se hace grande, que crezca y que ya no me necesite. Cada día se me figura que crece 2 centímetros. No me extrañaría que en una semana estuviera más grande que yo. Pero soy pequeña y puedo caber en cualquier cajón o buro. Ser más alto no está tan difícil…

Estos días de mucho trabajo y pocos amores, siento que el oficio ya no tiene tanto beneficio y me roba el alma, el tiempo y los días soleados, pero le hace bien a los baños de humildad que mi ego necesita de vez en cuando.

Extraño extrañar, eso era cuando la lógica parecía absurdamente coherente, estoy en mi primera crisis de “adulto joven”, donde mi corazoncito no sabe lo que quiere, pero después recuerdo que así ha sido siempre, ahorita me vale, pero en unos años ya no será tan gracioso. Desde hace tiempo me dejé de ver con alguien en los reflejos. Es extraño compartirlos un poco sin realmente hacerlo.

Ya dormiré, estoy frustrada porque se borraron varios datos de mi teléfono, estúpida dependencia a las tecnologías, en serio me pudo bastante, nada que dormir y un café en la mañana no resuelvan (esperemos).

Como me encanta molestar a gente que no conozco en internet, eso y borrar información importante de mi celular, los hombres y fumar, fueron los hobbies del 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario