martes, 28 de septiembre de 2010

Noche sin luna


Hoy fue uno de esos días que quieres mandar a todos a chingar a su madre, pero tus múltiples responsabilidades de adulto te lo impiden. Coño creo que necesito algo de alcohol y a ti sin ropa alegrándome está noche. Quién sabe donde andarás, ni si estás pensando en mí.

Tuve tantas ocupaciones, y mañana tendré muchas más. De repente me siento girando sobre mi propio eje, solamente dando círculos, sin ganas; haciendo lo mismo una y otra vez en todos los aspectos de mí vida. Estoy cayendo en una rutina, pero no porque haga todos los días lo mismo, sino porque me comportó.

Me siento trabada y trato de no hacer lo mismo, pero no sé porque ni dándome cuenta lo cambio. Que día más culero, y es peor cuando sabes que tu lo hiciste así.

En dos días iré por mi visa americana, espero no tener problemas con los gringos, pero son tan ingratos con sus vecinos mexicanos, que ni sé que esperar. Bien lo decía Porfirio Díaz: "¡Pobre México! tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos. Así me siento ahorita.

Ando cansada, mucho. Necesito cambiar lo que no comprendo ni sé cómo manejar: a mí misma. Ni mi santa mamacita pudo hacer tan ardua labor con sus buenas enseñanzas y mil castigos; pero de perdida, como buena adicta comprendo y acepto que tengo un problema. Espero que la humildad de aceptarlo me tomé lo suficiente para poder solucionarlo. Lo más seguro es que mañana se me olvide y los círculos se sigan dibujando.

Como siempre, al rato se me pasa, quiero culpar a mis dispersas hormonas de mi situación emocional. Solo quiero fumar un cigarro y ver mierda en la televisión, que se me olvide pensar un ratito, ser una estúpida feliz de una manera políticamente correcta: cigarreada y viendo infomerciales. A ver qué mierda se me antoja comprar...

Caprichosa...

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