lunes, 6 de septiembre de 2010

Don Patán

Hoy tengo mucha flojera de hablar de cosas de amor, desamor y pavadas de esas. Aparte sigo orgullosa en mi dieta de "NO" hombres. Bueno miento, ya estoy arañando las paredes y ando de un humor más cambiante que antes de la menstruación.

Este día ando inspirada para hablar de una especie de hombres muy comunes y aceptados en la sociedad: Don Patán.

Este curioso animalito, no se debe de confundir con gente que trabaja en la construcción y te grita lo sabrosa que te ves mientras caminas por las calles, o los viejitos del parque que te miran los senos y todo lo que se pueda, o el baboso que te sonríe desde el oro carro con cara de "te la vas a tragar toda", NO NO y mil veces NO.

Me refiero al lobo con piel de oveja, al todos mías, a esos cabrones que te abren la puerta de algún lugar para que pases, pero no por caballerosos; sino para verte el culo y de paso quedar bien, matan dos pájaros de un solo tiro.

Como estos tengo varias amistades, y como esos he salido con bastantes, hasta ahorita he salido sin perdidas grandes, pero hablando con una amiga mía, así como las mustias joden en silencio, estos cabrones te levantan la falda y se burlan a tu espalda. A mi adorable mujercita le hicieron de todo, se fueron con sus amigas, le timó dinero, hablo mal de ella y la puso como la ramera de Babilonia.

Pero como dicen en mi pueblo: El valiente aguanta hasta que el cobarde quiere. Uno de mujer, algunas (muchas) veces, no sabemos decir que no, no sabemos respetarnos a nosotras mismas y por eso no nos respetan, nos dejamos pisotear por un poco de pseudo cariño que no se lo dan ni a un perro. No se trata de negarnos a todo por quedar bien, se trata de hacer lo que queramos y lo que sentimos que este bien y que nos valga una chingada lo que digan los demás. El mundo no se va a detener por un error que cometamos, ni se va a congratular de nuestros triunfos.

Recuerden hijas mías, nosotras somos las que sostenemos el sartén y también sabemos cómo romper huevos, hay que saber usar los dones y que nos vean como las viejas más hermosas, unas diosas, ya no hay que ser una mortal común, ni otra raya al tigre.

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