viernes, 5 de marzo de 2010

Ya no me sirves, pero te quiero...


Hace varias semanas, mi jechu (abreviado de jefecita chula) hizo un rico pescado empanizado, el cual toda su familia degusto con gran placer. Pero un filete quedo huerfanito, y mi refrigerador que es tan noble, decidió adoptarlo. Ese pedazo de pez muerto, irónicamente vivió en con nosotros por días. Todo mundo abría el refri, veíamos a nuestro “monstruito”, pero no lo tirábamos, nos encariñamos con el pequeñín.

Todo cambio este sábado, cuando mi hermano tuvo el valor de tirar a nuestro hermano adoptivo, ni siquiera un funeral vikingo le hizo al pobre, de buenas a primeras nos preguntó enojado: ¿Si no sirve, para que lo quieren ahí? Rápidamente abrió el recipiente que lo tenía, y lo tiró a la basura.

Eso igual y fue una pendejada, pero me hizo pensar en cómo algunas veces, nos acostumbramos a situaciones malas en la vida, pero aprendemos a vivir con ellas, nos resignamos a vivir con cosas podridas, hasta que alguien nos tira el pescadito a la basura, siendo que nosotros deberíamos de saber, que ese espacio puede ser ocupado por cosas mejores, en lugar de tenerlo para cosas que no nos sirven para nada.

Así somos algunas veces, nos aferramos a cosas innecesarias, a personas que invocamos, que aunque no estén en nuestras vidas las queremos a nuestro lado, siendo que sabemos que estamos mejor sin ellos, solamente le guardamos lugar a cosas inútiles, no nos ponemos a pensar que hasta el agua estancada, se echa a perder.

6 comentarios: