miércoles, 23 de febrero de 2011

La culpa la tienes tú


Ando vomitando miel y escupiendo gargajos en forma de corazón, saltando entre las flores y ladrando de repente (ando enamorada, no con lobotomía), así que mi genio sigue siendo de la chingada, pero ya tengo a quien mandarle besos decirle porquerías en el oído. El mundo se puede ir al carajo en lo que a mí respecta.

Quiero comer-te beber-te, morderte, chuparte, tocarte y todo lo que termine en “te” que tenga que ver contigo, conmigo, todo lo que este dentro de esa burbujita que nos aleja del mundo tantas veces. En realidad esta vida es un asco, vivimos estresados, nos morimos de miedo a cada rato, sufrimos, lloramos, nos hacemos más viejos y no necesariamente quiere decir que más inteligentes, pero que diferente es tener a alguien a tu lado cuando el mundo te da la espalda, cuando te hacen tocar el cielo con los dedos y saborear los colores.

Mordemos para que no nos muerdan, vivimos a la defensiva, con las armas afiladas y un corazón que se pudre, que llora sangre cual virgen peruana y que pasa sin ver, ya para que no le hagan nada, pensamos con los genitales y queremos con los ojitos cerrados y a escondidas, no nos vayan a enamorar y entonces sí a ver donde te ocultas.

Algunas veces cuesta entender que las personas al igual que uno tienen un pasado, tienen recuerdos, fotos y una que otra lagrima guardada, de esas que no salen más que en ocasiones especiales, similares al arbolito de navidad. No es algo muy agradable el saber que tu relación tuvo otras relaciones, pero que bien se siente saber que eso fue un pasado, como el que yo alguna vez tuve, ahora yo soy el “hoy”, y con un poco de suerte también el “mañana”.

Algunas veces esas memorias son pasados que nos persiguen con cadenas en la mitad de la noche, en la obscuridad, que saben tus miedos, fobias y saben cómo lastimarte, ese es el riesgo de entregarlo todo: quedarte sin nada.

Déjame decirte algo, yo no sé lo que pasa por tu cabeza, ni sé lo mal que te sientes algunas veces y honestamente no pretendo entenderlo, porque yo solo quiero estar ahí, y que sepas que yo también puedo detener tu espalda y otras deliciosas partes de tu anatomía que encantada de la vida estoy dispuesta a manosear.

Ya te lo había dicho, de mi no te libras ni con exorcismos, ahí estoy; toda tuya con todo y mi cajita de Pandora interior, llena de demonios que están listos para poseerte, para tomar tu mano y caminar juntos, para tocarnos en lugares indebidos y ver tus inapropiadas reacciones corporales. Hazme llorar de placer, tú ya sabes cómo.

Días perfectos, y los que faltan…


No hay comentarios:

Publicar un comentario