Que jueguen con mi cabello y repitan una y otra vez todos esos clichés cursis
No importa que no haya rosas en el lecho
Al fin y al cabo, ya estoy acostumbrada a caminar entre las espinas.
Esta noche solo he dado vueltas en mi cama
Evitando pensar y solo viendo como cada quien esta con su cada cual
Por lo visto el roto aún no le llega a esta descocida.
Estos días han sido como el clima de mi ciudad, ni frío ni calor, solo un poco de nubes, pero últimamente podría escribir algún libro titulado “Como las hormonas controlan mi cuerpo: mil testimonios para noches de insomnio”, estos días de estar juntos y separados, son solo una suma de lo que éramos y una resta de lo que queda.
Me molestas mucho y lo peor es que me enojo conmigo misma, mis voces internas y mis múltiples personalidades no logran ponerse de acuerdo contigo, unas gritan, otras lloran y otras quieren ahogarte a besos.
¿Cuándo la vida se dejó de arreglar con algodones de azúcar y una bandita para la herida? Extraño esos tiempos. Ya todo son facturas, ropa de invierno, cobijas extra y días de hacer la lavandería. Aún busco esos días donde con un suéter combatía al mundo y cuando no importaba si la lluvia vestía mi cuerpo, a fin de cuentas iba a secar.
Tal vez necesito un poco de soledad, silencio y mucha música, pero me supongo que mañana continúan las carreras, los mensajes que no sé si contestar y el pensar que los años pasan, los cuales miro en las manos de mi madre y en el espejo de mi baño todos los días.
Esta noche no me gustas tanto…
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